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Foto del escritorBRUNCH

CLAUDIO GARCÍA

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Yo no me refería a eso.

Decía que era algo etéreo,

como el zumbido del mar

de una caracola vacía,

se vuelve de pronto un silencio letal.

Pero mi amigo asentía

y decía, que es verdad,

que no hay nada peor

que recibir una sonrisa complacida

de una mujer a la que se le balbucean disculpas.

Pero yo no me refería a eso.

Decía que a veces me siento desnucado

para cumplir con ciertas obligaciones cotidianas y rutinarias,

como poner la mano en el escote de su blusa

para que cumpla con su destino de mujer.

Pero mi amigo asentía y decía otra cosa,

que es verdad que cuando anochece

el sol se escucha en la lejanía,

y cuando la luna empuja a la bebida

uno aparta los ojos de otros ojos

para que las miradas no quemen.

Pero yo no me refería a eso.

Decía que cuando nada subsiste

del sexo, del vino, del libro, de la música,

se descubre que no hay nada peor

que aburrirse de sí mismo.

Y mi amigo asentía

y decía que es verdad, que cuando

se descubre verdaderamente a una mujer

se duda de ella.

Pero yo me refería a otra cosa.

Le decía a mi amigo,

por qué no entendés que me refiero a otra cosa.

Que las cosas pasajeras se encarnan

y las verdaderas como el cristal

se rajan y rompen ante cada golpe de la vida.

Es verdad, se vuelven puñados de arena,

dijo mi amigo.

Y esta vez entendió a qué me refería.

Los puñados de arena que se escurren

entre los dedos sin nada de mí.


García (Argentina, Pcia. de Río Negro, Viedma,1962)



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