Sobre la imagen de Bruno en llamas
Dices: Veo a Bruno arder.
Dices: Estoy frente al cuerpo de Bruno en llamas, inseminado por el dolor.
Y yo, Filoteo, te afirmo: no es Bruno el que arde sino que el Mundo está ardiendo en Bruno. Siempre lo estuvo.
Contempla las ampollas en la espalda y en la madera.
Te digo: Bruno se está poniendo en acto infinito.
Bruno se expande, se disemina, se multiplica como una madre adolorida.
Brota Bruno en la madera y van siendo uno.
¿Ves cómo se abre el atanor de su piel?
Bruno, parte y accidente, tras la llama viva, se mueve de su nombre y florece.
Lento, muta, como si Dios volcara su vaso rojo.
Dices que los sentidos, declaró Bruno que pueden engañar.
Los sentidos no engañan esta vez.
En cada átomo de cada una de estas llagas, como si fueran palabras que se abren por amor a la Verdad, hay un pedazo de Bruno que se escapa y se te acerca.
Así yo, Filoteo, te digo: si la substancia es eterna detrás de toda máscara, en cada animal que aun temblando se acerca implacable a la Verdad, una parte llamada Bruno sigue ardiendo en nuestro Mundo.
Archubi (Argentina, Pcia. de Buenos Aires, Mar del Plata, 1971)
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