De los abrazos
Hija mía, mi tesoro
no te equivoques;
ahora mis abrazos te sostienen
desde el calor de otros cuerpos.
Sentí mi mano, por ejemplo
en la cabeza de tu perro
con cuánta dulzura posa
su barbilla en tu regazo
para no dejarte sola.
No llores más, tranquila
yo te acompaño
mi tesoro, siempre
hija mía.
Olguín ( Argentina, Neuquén, 1976)
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