Pronuncio chino de manera ridícula
y aún así decidí llamar Chú a mi paloma
porque se asemeja a esas formas,
de un poema oriental,
la imitación fonética
de la naturaleza del aire.
Las sílabas repetidas en las mañanas junto al alféizar
tienen la atención de Chú,
pequeña todavía y teme,
luego deja de temer ante cada objeto nuevo. Ahora
escucho su picoteo a un bollo de papel. Cuando advierto su color blanco, comprendo, es la tristeza
de las supersticiones.
Chú, dejá eso,
Chú, ¿quién está allí?
Vuelve a seguirme al compás de los chasquidos,
mi lengua obsesiva,
frágil como el esqueleto de los pájaros.
Chá le dicen al té en China,
Wo he chá.
Y entonces, miro y la saludo:
Zaoshang hao, Chú nushi.
*Las palabras extranjeras están escritas en chino pinyin.
Boccardo (Argentina, Buenos Aires, 1961)
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