Estoy hablando de días soleados, estoy hablando de días oscuros, es decir, estoy hablando de flores, sí, de lomos de libros, por lo tanto, de grabados de oro, es decir, de niños jugando y nadando en el agua, de la inundación, de quemar las cartas del escritor famoso, del humo subiendo y dejando aquella mancha en el techo, no estoy hablando de las colinas de Berkeley sino de los entregadores de pizza puertorriqueños de Berkeley, de los entregadores de pizza húngaros de Santiago, se diría que de libros que no se abren, de puertas que no se abren, de sueños que no, de una pesadilla recurrente, de una resina, de un caballo corriendo, no son libros de arena.
Azededo (Brasil, Río de Janeiro, 1961)
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