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BRUNO DI BENEDETTO

  • Foto del escritor: BRUNCH
    BRUNCH
  • 22 feb 2022
  • 1 Min. de lectura


Me gusta el olor de mi cuerpo usado hasta el cansancio.

No el olor del cuerpo limpio.

No el olor del cuerpo sucio.

El cuerpo usado hasta la extenuación:

el sudor se evapora dejando una capa de sal

y un regusto de trigo y almendras

y cierto veneno indispensable para vivir.


Cuando me huelo los brazos y los hombros

busco a mi padre, el olor de la piel

requemada por el sol, su trabajo honesto,

el esqueleto de hierro y cemento,

la lengua condenatoria, su mano suave,

la mandolina

y los cuentos imposibles,

la palangana en la que lavaba sus pies,

su furia apocalíptica,

su perdón reticente.


Mi padre olía a sol, guerra, harina y desgracia.

Pero qué hermoso era oler su hombro,

el brazo cansado

la axila limpia

mientras el dedo de albañil

iba señalando las estrellas.


Di Benedetto (Argentina, Pcia. de Buenos Aires, 1955)



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