En las palabras dichas, aun las insignificantes,
asoma una endeblez que me había perdido
de ver o de captar por excesiva introspección,
por predicado aislamiento.
Una intuición tan viva por momentos quema
y otras ilumina las antiguas frases, limpia
sus tristezas adheridas y trae un nuevo ritmo.
Pero estas llagas no duelen, son cáscaras
en vuelo; como todo lo bueno devenido en dolor
pertenecen un poco al polvo,
a un aire imposible hasta de recordar.
Hablemos con el corazón de lo trivial:
en el evento residirá la magia, o mejor,
la realidad que cada palabra creó, el sueño
en la espera de la víspera, frente al perfume
erguido con el mensaje secreto de la lluvia
(por suerte nosotros somos dueños de esa flor).
Salinas ( Argentina, Pcia. de Santa Fe, Rosario, 1976)
Comments