La hipótesis de Osvaldo
Habían salido a tirar un poco a la siesta
en una hondonada de pastos altos
cuando vieron a la yarará la tenían a dos metros
el escopetazo dio entre los ojos
el bicho hizo un movimiento eléctrico
volaron unos pájaros
y en el pueblo no se despertó nadie.
Irrelevante como este poema, toma dimensión
el hecho, tres años después en siesta
sendero y pueblo parecidos
otra yarará se cruzó en el camino de Osvaldo
y de nuevo la bala impactó entre los ojos
a cuatro metros de distancia.
Los testigos son amigos con derecho a exagerar
pero es conocida su habilidad con las armas.
El tercer capítulo encuentra en otro pueblo
a los hombres del circo
en una huella en horas de la tarde
-no lo dije antes: son de un circo
y en las horas libres no se ponen tristes
con las manos en los bolsillos
sino que juegan al fútbol, hacen compras
limpian los mocos de los chicos
agarran las escopetas y salen
a voltear liebres y perdices-
Esta vez el que tiró fue otro
que hacía sus primeras incursiones de caza
y no tenía la experiencia
del aparato de seguridad del partido
y sin embargo también alojó una bala
entre los ojos de la víbora que venía desafiante.
Entonces Osvaldo pensó a la noche
y dijo recién al otro día
por orgullo pero también
porque era un tipo que manejaba
una compañía de artistas
y una elefanta y muchos camiones
que es la yarará
quien va hacia la bala
y que tiene el corazón en la cabeza.
Carbonell ( Argentina, Pcia. de Entre Ríos, Concepción del Uruguay, 1970)
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