Porque ahí pusimos esa piedra para marcar el lugar, dijimos, haciendo la señal que hacen los náufragos ante el barco que parece asomar cada hora en el celaje de sol en los ojos.
Nos dijimos: seremos rescatados después de la bengala -o antes-, porque el tiempo de socorrer es distinto a todos los otros tiempos. Y no estamos ahí y ya se han dado cuenta que faltamos.
Pero ¿dónde es ahí?, preguntaste.
Sólo pude decirte: las bengalas se humedecen, la sal dispersa los barcos hasta hacerlos hilachas fantasmales, también a todo ahí lo borra el viento, toda piedra es erosión de agua y a todo náufrago le llega su verdad.
Huérfanos de mundo habremos de coser nuestras ropas y amarrar el mástil a lo más contundente que encontremos, aunque esto signifique pactar nuestra orfandad.
Márquez (Argentina, Pcia. de Buenos Aires,Trenque Lauquen, 1972)
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